Todo deportista (y no deportista), ya sea profesional o amateur, practique un deporte u otro, ha sufrido o sufrirá en algún momento una lesión. Forma parte del deporte y en muchos casos no tienen una gran gravedad, pueden ir desde pequeños golpes, torceduras, heridas… pero en algunas ocasiones pueden llegar a ocurrirnos lesiones muy serias.
Cuando una persona se lesiona (especialmente en las lesiones de más gravedad) no solo sufre un daño físico, sino también un daño psicológico. El deportista pasará por una serie de fases que no tienen por qué darse todas, ni darse en el mismo orden en todas las personas, pero son bastante comunes.
-
- Si la lesión no es evidente y no impide continuar practicando deporte, el deportista suele negarse a parar, a admitir que será mejor un tiempo de descanso antes de que la lesión vaya a más.
-
- Por otra parte, si la lesión es más severa, o la persona ha decidido parar antes de que la lesión empeore, suele llegar la fase de la frustración. El deportista quiere volver cuanto antes a practicar deporte y a volver al nivel que estaba.
-
- Cuando el reposo va dejando paso a la recuperación, empezarán 2 posibles etapas, una en la que la persona no quiere tan si quiera probar nuevos movimientos por miedo al posible daño, o el otro extremo, cuando la persona empieza a forzar en exceso pensando que ya puede volver a la normalidad.

Por todo esto, vamos a hablar de algunas áreas en las que tenemos que estar alerta y la que podemos prevenir que nos genere más malestar.
Como hemos dicho tenemos que controlar los pensamientos que le pasan por la cabeza al deportista, si sus pensamientos no son realistas o por el contrario si está siendo irracional con pensamientos catastrofistas (es el fin de mi carrera, nunca voy a poder volver a estar bien…) o negacionistas (esto no es nada, puedo seguir sin problemas). Es muy importante ayudar a la persona a que comprenda su situación, que se ponga en manos de un profesional si es necesario para evaluar la gravedad de la lesión y que sea consciente de los pasos a seguir. En cualquier caso, debemos enseñar a la persona a que aprenda a interpretar las sensaciones que le genera su propio cuerpo para así adaptar sus pensamientos.
Como decíamos, es normal que tras el periodo de reposo no sepamos a que intensidad volver, por ello tenemos que ir probándonos poco a poco para hacernos una idea de las sensaciones que nos genera el cuerpo. En este momento es importante no dejarnos llevar ni por el miedo ni por las ganas de volver, tenemos que controlar los pensamientos del mismo modo que controlamos nuestros movimientos corporales para poco a poco ir volviendo a la normalidad. El miedo es una reacción inconsciente y adaptativa (ya que nos indica que algo no está cómo debería en nuestro cuerpo), pero que podemos controlar. Para vencer el miedo y la ansiedad lo mejor es ponerse objetivos, especialmente a corto plazo. Para la ansiedad te recomendamos que leas algunos de nuestros posts (enlaces), pero algunas de las claves vuelven a pasar por aprender a controlar los pensamientos, las técnicas de relajación y el control de la respiración.

Cuando poco a poco vayamos cogiendo confianza y mejorando a nivel físico es fácil que en algún momento volvamos a tener miedo de hacer determinados movimientos, o de subir a cierta intensidad. Debemos de ser conscientes de que es probable que incluso hagamos movimientos extraños para no forzar la zona daña, lo cual nos puede llevar a asumir posiciones forzadas o posturas incorrectas que pueden derivar en otros dolores.
Por todo lo que hemos ido comentando, en muchas ocasiones es tener ayuda de diferentes profesionales, muchos ya saben que deberán acudir a un médico o a un fisioterapeuta, pero la ayuda de un psicólogo puede hacer que la recuperación sea más adecuada, más fácil de llevar por parte del deportista y sobre todo, a que cuando estés físicamente recuperado, no vuelvas con miedos ni con ansiedad, sino con la mentalidad adecuada para dar lo mejor de ti.
Iván Claver. Psicólogo de Mariva Psicólogos
www.marivapsicologosvalencia.es